La filósofa Ana Hardisson muestra cómo la novela romántica contribuyó a la reclusión de las mujeres en modos de vida que negaban su realización personal
Las novelas del Romanticismo, especialmente las de autores del siglo XIX alemán, desempeñaron un papel esencial en la educación sentimental de las mujeres y los hombres de su época y posteriores, creando un modelo de vida y de relaciones entre los géneros que impidió “la construcción de la individualidad de la mujer moderna, en su doble dimensión de autonomía y autorrealización”.
Esta es la síntesis de lo que demuestra la filósofa tinerfeña Ana Hardisson en su libro Hacia una crítica de la imaginación patriarcal, editado por Idea, en su colección Estudio General, con prólogo de Amelia Valcárcel, que se presentará el viernes 21 de octubre en la Librería de Mujeres de Santa Cruz de Tenerife.
La obra de Hardisson es el resultado de un análisis crítico, de una lectura feminista muy atenta “al subtexto de género” de las llamadas novelas de formación o Bildungsromane, “por su intención ejemplarizante y su valor para educar la sensibilidad”, explica la autora, quien considera estos textos “fundamentales para la comprensión del patriarcado moderno desde la perspectiva de la educación sentimental”. La filósofa se remonta a la literatura de hace casi doscientos años porque estas se obras constituyen en “las fuentes de la sensibilidad moderna”
Así, Los años de aprendizaje, de Wilhelm Meister de Goethe, Hiperion, de Hölderlin, Enrique de Ofterdingen, de Novalis y Lucinda , de Schlegel, entre las obras más significativas, crearon estereotipos y modelos de subjetividad, masculina y femenina y aparece un arquetipo de la mujer deseable o ideal que “contribuye a reafirmar las claves de la ideología patriarcal desde la perspectiva de los sueños y los deseos masculinos de supremacía”, explica Hardisson.
En estos textos se encuentran algunas coincidencias en la elaboración de los personajes femeninos que dan pie para establecer alguna hipótesis sobre la construcción de la subjetividad femenina, en clave patriarcal, en la que la mujer queda mitificada como “producto de la naturaleza diseñado específicamente para amar”. Para ello, las mujeres quedan dotadas de todas las cualidades afines a este objetivo, como “la abnegación, la renuncia, la dedicación y servicio a los otros o el olvido de sí misma”.
La sacralización del amor, en estas novelas, convierte el amor romántico en una “especie de religión” en la que la mujer es la sacerdotisa, un ser dedicado en exclusiva al amor. En el mejor de los casos, el amor aparece en ”el núcleo del sentido vital de las mujeres”.
Se crean así modelos de identidad femenina caracterizados por “el rol de la mediación, la consideración de la mujer como soporte o fundamento de la identidad masculina que presta reconocimiento de una manera no recíproca”, de manera que la subjetividad femenina “resulta negada”.
Ana Hardisson Rumeu nació en Santa Cruz de Tenerife y estudió Filosofía en la Universidad Complutense de Madrid. Es doctora en Filosofía por la Universidad de La Laguna y ha desarrollado su carrera docente en Institutos de Secundaria como Catedrática de Filosofía. Ha sido profesora de la Universidad de La Laguna y desde hace muchos años investiga temas de Ética y Género. Ha publicado en revistas especializadas como Isegoría, Gavagay, Laguna,.. Es coeditora y coautora del libro 20 pensadoras del siglo XX. Desde 1996 forma parte de la Junta Directiva del Ateneo.