El escritor presenta una historia de descenso a los infiernos publicada por Fatiga Books
El escritor tinerfeño Guillermo Alemán ha lanzado su novela Muerto el viejo se acabó la rabia (Fatiga Books, 2024), a finales de diciembre. La cuarta novela de un autor que nunca deja indiferente y que atrapa al lector por sus historias complejas, con giros sorprendentes y por ser, a un tiempo, canarias y universales, está en las librerías de las islas desde hace unos días.
Muerto el viejo se acabó la rabia narra el largo camino hacia el infierno de su protagonista, el Moi. Después de un recorrido vital en el que ha hecho de todo –repartidor, camarero, guardia de seguridad, recadero para el Viejo–, este buscavidas da un mal tropiezo que lo empuja fuera de los límites de la sociedad. Hasta entonces siempre había hecho lo correcto, había caminado por el filo de la navaja que no corta, pero ahora siente que la vida le ha pasado por encima como un tren de mercancías. Todo comenzó justo cuando empezó a oler la mierda que revolvía para sacar a flote algo con lo que pagar sus facturas.
El escritor no se siente cómodo con las etiquetas que clasifican las obras por géneros literarios, porque constriñen la riqueza de las historias que se narran, por estrictas, poco flexibles. Sin embargo, indudablemente, Muerto el viejo se acabó la rabia es una novela de género negro, aunque no se trata de una novela procedimental centrada en la investigación de un crimen. Es “una novela urbana –dice su creador–, una historia oscura, de personajes situados en los márgenes, con unas vidas que nos permiten asomarnos al lado más desconocido de nuestra sociedad”.
El inicio del libro está enmarcado por una cita del aplaudido y añorado Jim Thompson, el célebre creador de personajes inolvidables en literatura, cine y televisión, lo que constituye toda una declaración de intenciones para un escritor que se resiste a ser encasillado y que, con cada novela, da una vuelta de tuerca en su capacidad expresiva y en la búsqueda de historias que lleven al lector a hacerse preguntas, no sin cierta incomodidad.
Guillermo Alemán (La Laguna, 1968) ha escrito también El fantasma del viejo arlequín (Ediciones Idea, 2007), Paté de foie (Los 80 pasan factura, 2013) y LalaZ (Fatiga Books, 2018). Su recorrido como escritor, que se remonta al menos a dos décadas, y que lo ha llevado a relatar lo que le interesa más allá de su adscripción a uno u otro género literario, lo muestra como un autor arraigado al oficio de contador de historias. Alemán se identifica con la visión que de él ha expresado Eduardo García Rojas, cuando lo presenta como un autor consolidado “aunque viva al margen del circo literario canario”. El crítico y periodista tinerfeño ha calificado la voz del escritor de “fresca y novedosa” y, “por ser tan auténticamente canaria, universal”.