El director de Casa África, Ricardo Martínez, recuerda que “lo importante es que haya financiación y recursos para crear en libertad»
La vibrante vida de África es toda ella un buen motivo para la construcción de un relato de cine, especialmente de cine documental. La conclusión, sencilla, es el motivo de uno de los contenidos más atractivos del Festival Internacional de Cine Documental MiradasDoc, que cierra su sexta edición este sábado en el municipio tinerfeño de Guía de Isora (Islas Canarias) y que hace años se consolidó como referente internacional para conocer lo que se produce sobre y desde África en el cine documental. A las dificultades propias de una producción audiovisual, en África se suman las asociadas a las complejas condiciones que afectan incluso a la vida cotidiana. Casi medio siglo después de haber alcanzado la independencia, el desarrollo de una industria cinematográfica propia aún está en la lista de los retos pendientes, aunque esto también ocurre con países europeos, con industrias audiovisuales debilitadas por el peso devastador del cine comercial.
El reto puede ser crear esa industria cinematográfica nacional, pero, desde luego, las bases de un cine propio están creadas en África, según se desprende de las intervenciones en la mesa redonda sobre el documental en el continente celebrada este jueves con la participación de la realizadora Nonhlanhla Dlamini, de Suazilandia, la directora camerunesa Ariane Astrid Atodji y el director de Casa África, Ricardo Martínez. Dlamini es una de las realizadoras seleccionadas para participar en el pitching de MiradasDoc Market, para lanzar su proyecto de documental ante una comisión de expertos que evalúan su iniciativa, mientras que Atodji presenta en MiradasDoc su película Koundi y el jueves fiesta nacional, seleccionada para participar en el concurso Ópera Prima, uno de los tres capítulos internacionales de la sección oficial del festival.
Es cierto que aún para las mujeres es difícil superar barreras culturales tales como el sentirse incomprendidas por atreverse a recorrer sola su país con una cámara, como le ha ocurrido a Nonhlanhla Dlamini, pero también es cierto que estas dificultades y otras previsibles o imaginables asociadas a la persistencia del machismo se resuelven fácilmente si la realizadora “tiene una decisión firme y la voluntad clara de hacer la película que quiero hacer”, afirmó contundente la directora camerunesa.
En ese camino de idas y venidas entre África y las antiguas metrópolis se mantienen y se fortalecen vínculos contradictorios: Europa invierte facilitando las producciones, pero con mucha frecuencia aspira más a “importar cerebros” que a colaborar en sentar las bases de una industria cultural nacional propia. La expresión es de Ricardo Martínez, el director de Casa África, que explica que la filosofía de las políticas de cooperación y de relaciones exteriores españolas a través de este instrumento de su diplomacia es ayudar a consolidar los mecanismos de producción cultural en los países africanos y apoyar a los creadores que han optado por vivir y trabajar en sus países.
En ese ir y venir de intercambios es inevitable que muchos directores europeos se sientan atraídos por el vigor de la vida en África. “Me gustaría que hubiera muchas más películas con una mirada africana, pero es verdad que desde el Norte hay una gran capacidad de producción y es inevitable la existencia de una mirada europea sobre África”, dice la directora camerunesa, que subraya las diferencias de las miradas y de los relatos según sea el origen geográfico y cultural de los realizadores.
Sin embargo, para Nonhlanhla Dlamini lo importante no es el origen de directores y producciones. Comprender África, como comprender otras culturas, según ella, “es una cuestión de tiempo”, de tiempo de estancia en los países, de tiempo de estancia y de vivencias, añaden los catalanes Joanot Cortés y Mireia Fort, directores del corto Animalismo, que presentan al concurso internacional de cortometrajes.
La película en la que hablan de las ballenas jorobadas se les presentó de noche, en la puerta de su casa en Guinea Ecuatorial, mientras Mireia trabajaba con la cooperación cultural española para formar a mujeres en técnicas de lenguaje audiovisual. La historia fue a buscarlos prácticamente hasta su habitación. Contar una historia sobre África requiere la misma sinceridad y la misma convicción que contarla sobre otro lugar, según se desprende de sus palabras: una combinación de amor, afán por aprender, entusiasmo y conocimiento. Eso es lo que hace años llevó a Joanot hasta Mozambique y lo que llevó a Mireia hasta Guinea Ecuatorial, de donde acaba de llegar, “regresé a Cataluña en julio, todavía me estoy desguineanizando”, dice con cierta nostalgia.
Amor, conocimiento, afán de aprender, entusiasmo es también lo que desprende Luis Arellano Blasco, fotógrafo navarro que acude al concurso nacional de MiradasDoc con Focus on Gulu, una película sobre los efectos de la guerra civil en Gulu, una pequeña ciudad situada en el norte de Uganda. La película de Arellano nace casi como la de Fort y Cortés, porque surge de la experiencia vital del autor, que residió en Uganda implicado en proyectos de cooperación.
Que África es mucho más que guerra y sufrimiento lo saben bien los directores de Domingo en Brazzaville, Adrià Monés y Enrich Bach, que también participan en el concurso nacional con la historia de Carlos La Menace, un joven locutor de radio en la capital del Congo. África no solo es algo más que sufrimiento, es la gran cuna de muchas de las grandes cosas, si no todas. Al menos así lo vive el pintor Miquel Barceló, que después de muchos años de vivir en el País Dogón, en pleno desierto del Sáhara, abre su taller a Isaki Lacuesta, al director galardonado con la Concha de Oro en la pasada edición del Festival de San Sebastián. Lacuesta participa con esta película en el concurso nacional de MiradasDoc.
África sigue latiendo, dentro y fuera de la pantalla, los realizadores africanos y europeos continúan luchando por resolver las dificultades de su próxima película, instituciones como Casa África, el Instituto Goethe (Alemania) y otras europeas suman esfuerzos, mientras África construye sus mecanismos para garantizar la continuidad de la mirada original de sus cineastas con instrumentos como ÁfricaDoc, y, después de todo eso, «lo importante es que haya financiación y recursos para crear en libertad», concluyó el director de Casa África, Ricardo Martínez.