El escritor uruguayo debatió sobre el deporte rey con Michael Robinson, Juan Manuel Lillo y José Domingo Gómez en el marco del Festival MiradasDoc
El escritor uruguayo Eduardo Galeano lo resumió ayer con la maestría que lo caracteriza: “El fútbol es la más universal de las pasiones, después del amor, que también tiene su mérito”. Lo dijo en el transcurso de un debate sobre el deporte rey junto al presentador de televisión Michael Robinson, el entrenador Juan Manuel Lillo y el presidente del Comité de Competición de la Federación Tinerfeña de Fútbol, José Domingo Gómez.
El encuentro tuvo lugar en el Auditorio de Guía de Isora, que registró un lleno hasta la bandera, dentro de la programación del Festival Internacional de Cine Documental de Guía de Isora MiradasDoc, que se celebra hasta el próximo 5 de noviembre en el municipio tinerfeño de Guía de Isora (Islas Canarias).
La mesa redonda El fútbol en el mundo, moderada por el director del festival Alejandro Krawietz, giró en torno a las energías más profundas que mueven a multitudes a seguir con pasión este deporte, del que Michael Robinson dijo que es “el más tribal de todos los deportes”. Por su parte, Juan Manuel Lillo afirmó que “no hay manera de resistirse a una pelota picando” y el abogado José Domingo Gómez, autor del libro Elogio del árbitro de fútbol, lo consideró un “complemento a la educación” y una vía para adquirir disciplina en otros ámbitos de la vida.
El escritor uruguayo aprovechó una pregunta de Krawietz sobre el carácter universal del fútbol para reafirmar su amor por un deporte que “es una fiesta de las piernas que lo juegan, pero también de los ojos que lo miran”. Galeano destacó la figura de Messi porque, a su juicio, “no ha perdido esa alegría de jugador de barrio, de jugar porque te gusta”. Además, sentenció que los que confunden el derecho de jugar con el deber de ganar son “arruinadores del fútbol”.
Por su parte, Robinson calificó el estadio de Anfield, donde juega el Liverpool, como “un templo” en el que él mismo descubrió su pasión por este deporte, siendo un niño de seis años y escuchando a la afición corear al unísono el She loves you, de The Beatles, y el famoso You’ll never walk alone, himno no oficial del club. “Para mí cada viernes era como la víspera de Navidad, como si estuviera a punto de llegar Papá Noel –relató el exfutbolista–, porque al día siguiente iba con mi padre a ver jugar a mi equipo”.
Los elementos positivos y negativos de la relación del fútbol africano con el mundo occidental fue otro de los temas que suscitaron interés del público. Galeano dijo, en este sentido, que Europa está sobrada de jugadores negros “porque son los que mejor juegan”, y eso es algo positivo pero a la vez se convierte en un drama porque indica que “el Tercer Mundo se desarrolla hacia fuera y no hacia dentro”.
Por su parte, Juan Manuel Lillo describió de esta manera su pasión por el fútbol: “Cuando elijo soñar, yo sueño que soy jugador y lloro en la cama por no haberlo sido”. Además, sentenció que “amo el fútbol, y por eso no amo el mundo del fútbol”.
Los integrantes de la mesa coincidieron en el papel agridulce que juegan los árbitros, y Galeano elogió la naturaleza del libro escrito por José Domingo Gómez en defensa del trabajo de los jueces que ordenan el buen desarrollo de los partidos. El escritor uruguayo afirmó que “el árbitro es la única unanimidad del fútbol”, ya que no se granjea el favor de nadie. Además, su tarea es ingrata porque “corre mucho más que los futbolistas y está loco por tocar la pelota aunque solo sea por un instante, pero sabe que no puede hacerlo”.
Fútbol y cine
Galeano dijo que ha disfrutado mucho viendo la muestra que este año ha dedicado MiradasDoc a la dimensión social del fútbol, titulada Para muestra un balón, y destacó los títulos L’Equip petit (El equipito), de Roger Gómez, que narra en nueve minutos la historia de un equipo de niños que nunca han ganado un partido, y One Goal, de Sergi Agusti, basada en un encuentro disputado por jóvenes mutilados en la guerra de Sierra Leona. A pesar de sus limitaciones físicas, los chicos jugaban con dignidad y “esa danza de muletas me inspiró admiración y alegría, y no lástima”, sostuvo el escritor.
Otra de las películas que recomendó Galeano fue Mundialito, de su compatriota Sebastián Bednarik. Basada en la explotación política del fútbol por parte de la dictadura uruguaya. Así, aprovechó Galeano para denunciar la utilización del deporte por parte de políticos como Berlusconi, que lo emplean como “trampolín para trepar”. Finalmente, sobre una pregunta del público acerca de los altos salarios que perciben muchas estrellas, Galeano sostuvo que “el fútbol no tiene la culpa de las injusticia de los salarios”.