La reconocida experta alemana alaba la calidad de la selección de las películas incluidas en la sección oficial del Festival Internacional de Cine Documental MiradasDoc
En cine, es importante saber cuándo hay que cortar. Especialmente, en el cine documental, en el que la edición es clave a la hora de obtener el mejor resultado final. Por eso, es preferible que los autores noveles confíen las labores de edición de sus óperas primas a un buen montador profesional. Es lo que recomienda la alemana Ulla Rapp, una de las programadoras y comisarias de cine más reconocidas de Europa, que se encuentra en el municipio tinerfeño de Guía de Isora (Islas Canarias) para participar en el Festival Internacional de Cine Documental MiradasDoc, que se celebra hasta el 5 de noviembre. Ulla Rapp está en MiradasDoc como miembro del jurado internacional, encargado de conceder los premios de mejor largometraje y mejor cortometraje internacional. Comparte tarea con el realizador catalán José Luis Guerín y con la directora suiza Marianne Pletscher. Su colaboración con MiradasDoc se completa, además, con su participación en el laboratorio de desarrollo de proyectos documentales CreaDoc, un programa formativo destinado a facilitar a realizadores canarios la consecución de un proyecto de documental.
Rapp sabe de lo que habla: ha dedicado décadas a ver cine, a leer guiones, a seleccionar películas de ficción y documentales, a programar festivales. Sus conocimientos se nutren, entre otras experiencias, de los 25 años dedicados a programar la sección American Independent Films del Festival Internacional de Múnich, donde además inauguró y dirigió durante sus primeros años la sección Visiones latinas, muy popular entre el público alemán. Es consejera especial para el Festival Internacional de Cine de Berlín, Berlinale, y además traduce y lee guiones para compañías productoras y agencias de su país.
“A veces, en las óperas primas, vale la pena cortar hasta que la película tenga veinte minutos, pero a los realizadores les cuesta deshacerse del material”, asegura Rapp. “En setenta minutos fascinas al público, pero puedes cansarlo con cien minutos”, dice la experta, quien recuerda que Woody Allen nunca pasa de los noventa minutos. Ulla Rapp señala también como un reto para todos los directores de cine encontrar un equilibrio entre el contenido y el trabajo estético con la imagen, pero “hay que intentarlo”, porque, “al hacer una película hay que pensar en el sujeto, el público, y en el contenido estético”.
Como programadora de la sección Visiones latinas en el Festival Internacional de Cine de Múnich, ¿Qué cree que aporta lo que cuenta el cine latinoamericano?, ¿Qué lo distingue de la cinematografía procedente de otros lugares?
Mi trabajo en el festival consistió en seleccionar óperas primas de muchos norteamericanos desconocidos, nadie los conocía. Sus óperas primas mostraban un talento especial. Pero hace once años empezamos con la plataforma Visiones latinas, porque yo pienso que después de unos años, los norteamericanos no eran tan interesantes, después de quince años, probablemente por el gobierno Bush y todos los problemas… creo que los jóvenes de América Latina hacen películas con mucha emoción y ha sido estupendo incorporarlos. Los jóvenes argentinos que llegaron a Múnich se llamaban las hormiguitas y se situaban frente a los dinosaurios, los viejos y grandes conocidos de la década pasada, era una nueva generación de directores muy jóvenes, fantásticos. Por eso iniciamos esta plataforma Visiones latinas, una cosa nueva. No conocíamos muchas películas latinas antes, solo había dos o tres películas latinas en el programa internacional y ahora, en una sección separada es muy interesante. Antes había películas de México y Argentina y ahora llegan de Chile, Colombia, Ecuador, Uruguay… de todas partes, por supuesto, que Argentina y México siguen siendo los países muy importantes. Visiones latinas es muy popular en Múnich y ha funcionado muy bien.
¿Por qué interesa esa visión latina a un público europeo?
Los norteamericanos fueron siempre el centro de interés en la sección American Independents Films, que era el corazón del festival. Esto ha cambiado, no es que los latinos sean ahora el centro, sino que hay mucho interés por ellos. En parte, hay una similitud con los independientes norteamericanos cuando empezaban. Tienen un punto de vista muy individual y no son tan conformistas como los norteamericanos. Los norteamericanos, no todos, pero en general, aspiran a Hollywood y no está muy bien cuando un independiente aspira a Hollywood. Hay que mantener un punto de vista individual. Los latinos tienen mucha magia y un punto de vista muy particular. Se añade a ello que Norteamérica es un mundo muy conocido en todos los aspectos, mientras que América Latina es un mundo nuevo y además, en Múnich ahora viven muchos latinos.
¿En qué consiste su trabajo en la Berlinale?
Yo llego a la Berlinale, cuando yo dejo Múnich después de 25 años, he dejado ese sitio a los jóvenes, les he pasado el testigo. Inmediatamente, el director del Festival de Berlín, al que conozco, me pidió que los ayudara en la selección de las películas, solo para el cine norteamericano, porque estoy especializada en eso. En Estados Unidos, todo el que tiene una cámara hace una película y cree que puede entrar y hay que filtrar mucho. No hago la programación, sino las propuestas de las películas que se deben ver para decidir la selección.
¿Qué se puede hacer para ganarle terreno al cine comercial, para abrir más espacio para el cine independiente en las salas?
Es muy difícil, muy difícil. La situación de las pequeñas producciones es difícil. Cuando comenzamos en los años 80, hasta el fin de los 90, el 80% de la programación del Festival de Múnich acababa en la televisión alemana o en la programación de las salas de cine. Ahora eso ocurre con una película. Eso es todo. Los distribuidores de películas de cine no se arriesgan con las películas pequeñas. Por eso son muy importantes los festivales, que han ganado una importancia increíble porque las películas pequeñas muy interesantes no llegan a las salas de cine. Creo que en casi toda Europa pasa esto. Otra cosa muy interesante es que cuando empezó el Festival de Múnich, el 90% de las películas eran de ficción y ahora el 50% del programa son documentales. Los documentales, en mi opinión, son muchas veces más interesantes, porque ofrecen un punto de vista sobre la realidad. Pocas películas de ficción son tan interesantes y esas pocas ficciones interesantes llegan a los festivales de Berlín, Montecarlo, Venecia o Cannes, y por eso está bien este festival.
¿Qué opina de MiradasDoc?
Creo que es muy interesante la composición del jurado. Yo estoy con unos directores de una reputación increíble. Me gusta también el entusiasmo que despierta este Festival, con las salas llenas de jóvenes, la alegría que se palpa. Además, se observa un trabajo muy profesional, una calidad muy alta en la selección de las películas, que es muy interesante. MiradasDoc tiene un sello especial, porque ofrece películas de América Latina, de África y de Asia.