La promoción de anorexia y bulimia como forma de vida en Internet hace de este asunto un problema complejo
La UIMP organiza en Tenerife un Congreso internacional que aborda el tratamiento de estos problemas por parte de los medios, desde una visión de género
“Hemos perdido el norte, sí, es cierto que la sociedad está enferma”, asegura Mònika Jiménez Morales, profesora de Publicidad y Relaciones Públicas de la Universidad Pompeu Fabra (Barcelona), cuando se le pide un balance global del impacto social de los trastornos alimentarios. Jiménez es una de las tres co-directoras del curso Los Trastornos de la conducta alimentaria en los medios de comunicación. Una mirada de género, que bajo la fórmula de Congreso internacional organiza en Tenerife la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP) durante el 10, 11 y 12 de mayo próximos.
“No hay derecho a que no haya vida más allá de la talla 40. No se puede vestir a la moda y con precios económicos porque no se fabrica para quienes superan esas tallas, estamos enfermos. Esto también es una manera de presionarnos para no pasar de la talla 38 y no creo que sea razonable ni saludable”, expresa la experta, que insiste en que cuando se pretende mantener la salud “se come de forma equilibrada”, no se hace una dieta extrema en la que quienes la siguen se mantienen con barras hipocalóricas.
La profesora de la Universidad catalana participa en este nuevo curso de la UIMP este martes, con una conferencia que pone su mirada en el “entorno 2.0”, al analizar cómo se difunde la información sobre los trastornos alimentarios en Internet, sus consecuencias sociales y su forma de prevenirlos en las redes sociales. Jiménez, junto a las otras directoras del curso, María Victoria Carrillo y María Sánchez, participa en un proyecto de investigación I+D impulsado desde 2007 por el Ministerio de Educación y Ciencia (MEC) con el fin de detectar la influencia de los medios de comunicación y la publicidad en la extensión de los comportamientos asociados a los trastornos alimentarios.
“El proyecto de investigación lo comenzamos en 2007, cuando se hablaba mucho de la relación de la publicidad y los medios convencionales con los trastornos alimentarios, pero ¿qué pasa con Internet?”, apunta. La introducción de la anorexia y la bulimia en la red crea nuevos problemas, como el de los blogs que promueven estos trastornos como modelos de conducta, como una forma de vida para los más jóvenes. “Los blogs constituyen un gran problema de todos los gobiernos: ¿cómo cierras un blog y cómo penalizas a quien está detrás de este blog cuando estas personas son niños y niñas entre ocho y doce años, quince años como mucho?”.
Desde estos blogs se hacen concursos sobre cómo perder peso en tiempo récord y se dan orientaciones para seguir comportamientos tan dañinos como las autolesiones. “Cuando empezamos la investigación, los afectados eran adolescentes”, pero cada vez son más jóvenes. A ello se añade “la novedad que aporta facebook, la red social en la que los promotores de estos trastornos ya están a cara descubierta”.
“El problema es muy complejo”, señala Jiménez, y precisamente su intervención en este curso indaga en las diferentes aristas que adopta el problema en Internet, desde la presencia de niños y niñas hasta el papel de las familias. “Es lógico preguntarse dónde están y qué hacen los padres de esos niños afectados, pero hay que preguntarse por la sociedad, porque en realidad el problema es mucho más amplio”. En cualquier caso, el entorno virtual también es útil para la prevención y en la red se encuentran también grupos de padres y madres que actúan con el objetivo de la prevención.
De Lady Di a las hermanas Olsen
Personas famosas que sufren trastornos alimentarios como anorexia o bulimia nerviosas irradian su influencia social a través de los medios de comunicación convertidas en “modelos de vida y de éxito”, que afectan principalmente a las mujeres y también de forma creciente a los hombres, ha señalado la profesora de la Pompeu Fabra. “El caso de Lady Di fue un punto de inflexión, se dispararon los casos, saltaron las alarmas”.
A partir de entonces se superó el concepto de “anorexia o bulimia nerviosa como una enfermedad” para pasar a convertirse en una verdadera forma de vida, denominada thinspiration, entre aquellas personas que la defienden”. “En el momento en que Lady Di explica al mundo que padece bulimia y en que la princesa Victoria de Suecia manifiesta abiertamente padecer anorexia se genera el efecto contrario”, asegura. Desde entonces incrementaron el número de casos “porque se crea alrededor de eso una especie tribu urbana, con sus normas, su argot y sus ‘actividades sociales’ que persiguen, en definitiva la pérdida de peso a través de prácticas extremas. Son las wannabes, aquellas personas que, a diferencia de las realprincess (personas enfermas con un historial de larga trayectoria), afirman desde Internet seguir pautas de conducta anoréxicas, con el objetivo de acabar creándose un desorden alimentario. De entrada no son anoréxicas, pero quieren serlo porque para ellas la anorexia es un modelo de vida que implica triunfo social y glamour”.
Se identifican con modelos, con actrices, con Alexa Chung, las hermanas Olsen o Kate Moss, Victoria Beckham… Y ahí está el peso de los medios de comunicación, porque al hablar de ellas, al utilizar esa imagen de extrema delgadez como sinónimo de belleza, han entronizado o han ensalzado la anorexia como forma de vida”. Para estas tribus urbanas promotoras de los trastornos alimentarios, la clave está en que todas las mujeres a las que imitan tienen éxito porque son portada de revista y “llegan a confundirse de tal forma que creen que es su delgadez la que las lleva a estar ahí”.