El director de cine artesanal rodó la película durante un mes entre los vecinos de Guía de Isora
El argentino Daniel Burmeister espera con expectación la presentación de su película Matemos al tío ante el público del pueblo de Guía de Isora y de MiradasDoc. Después de casi 75 películas realizadas en los últimos quince años, el director de cine artesanal asegura que aún se pone nervioso. Tiene su lógica, la experiencia siempre es inédita, porque siempre sus películas cambian según las condiciones del rodaje: el equipo de actores, el ambiente social y geográfico en el que se pone en marcha el guión, entre otros factores.
La versión isorana de Matemos al tío se proyecta en la plaza del centro cultural de Guía de Isora, uno de los centros neurálgicos del Festival MiradasDoc, a las 22.00 horas de este domingo. La película es una divertida comedia en la que unos parientes deciden asesinar a su tío, para cobrar una herencia. Éste es uno de los cuatro o cinco guiones que suele utilizar Burmeister para su experiencia de cine artesanal. Cuando comenzó, hacía un guión para cada ocasión, explicó en su encuentro con el público este viernes, pero luego entendió que podía tratar su experiencia como hacen en el teatro o el circo: montando obras que en su texto o planificación previa tienen una base común, pero que se transforman en su puesta en escena, al cambiar de escenario y de actores.
La experiencia de Burmeister con los vecinos siempre es especial, asegura el director, aunque finalmente todas tienen algo en común: la forma abierta y desprendida en la que aceptan su invitación a participar en un rodaje tan extraordinario. La de Guía de Isora es la primera vez fuera de su país. La situación ha dado lugar a numerosas anécdotas, la más llamativa, quizá, que todos los actores han acabado hablando en ese acento tan característico español austral. Esto es así no sólo porque Burmeister es contagioso, sino porque su sistema de trabajo no incluye el aprendizaje del guión, sino que en cada toma, el director dice al actor la frase que le corresponde y así, los actores repiten tal cual sus orientaciones, incluyendo el acento.
“Los españoles siempre están hablando de la crisis”, señala Burmeister extrañado, y eso explica el comentario de una vecina del pueblo, ajena al rodaje, que vio el tipo de ataúd que se usaba en la película y atribuyó su insignificancia a la situación económica que estamos atravesando y no a las “exigencias del guión” tantas veces invocadas en otras ocasiones.
El rodaje comenzó en Guía de Isora a finales de septiembre, cuando Burmeister llegó al pueblo del Sur de Tenerife invitado por MiradasDoc para repetir la experiencia que se refleja en el documental El Ambulante, con el que se inauguró el festival este viernes.
Burmeister “seduce”, dice Lucas Marcheggiano para explicar cómo el director es capaz de dirigir a los actores con un gesto mínimo y cómo consigue, sobre todo, convencer a los pueblos que visita para implicarse en el rodaje. Su carisma es el factor esencial que explica este fenómeno. En Guía, las previsiones del casting fueron desbordadas. Finalmente, se cuenta entre el elenco principal con nueve actores: dos venezolanos, dos cubanos, dos canarios, uno argentino y otro uruguayo.
Burmeister tiene una mirada curiosa y sus ojos son una extensión de su sonrisa. Ríe tanto como habla y de las dos formas cautiva a los interlocutores. Es una cualidad familiar, según parece: de sus padres hasta sus hijas, toda la familia está impregnada de una capacidad que ya tenían los mayores por cautivar a los chiquillos. “Mis padres eran muy ‘chiqueros’, vaya, que les gustaban los chicos, y yo, igual, y también me gusta la gente mayor”.
Carpintero de oficio, escultor y profesor de francés por estudios siempre unió su actividad a la cultura y el arte y, junto a su amor por los más pequeños, se dedicó a los títeres durante muchos años. Cuenta con una mezcla de orgullo y algo de asombro el espectáculo que montó para poner en funcionamiento una orquesta sinfónica de títeres con 130 jóvenes. “¡Parecía de verdad!”, se sorprende todavía. Pero un día llegó alguien a su espectáculo con la propuesta de hacer una película, la que aún no sabía que sería la primera de más de 70, por ahora. “Me picó el bichito y dije cómo hago para vivir de esto, porque me encantó”.
No sabía lo que era una cámara, pero se compró “la maquinita” y se fue por los ayuntamientos pidiendo alojamiento y comida a cambio de hacer la película con los vecinos. Su recorrido de cineasta ambulante y popular lo llevó hasta Guía de Isora a finales de septiembre. En un mes, y después de unos días del tío que da título a la película, la cinta se estrena este domingo en la plaza del centro cultural de Guía de Isora. La cita es a las diez de la noche y su director espera repetir la escena de Cinema Paradiso –una de sus películas de cabecera- en la que la gente va por los negocios abiertos de la calle buscando sillas, porque las previstas fueron insuficientes.